Otro más de lo mismo

Es lo mismo que vengo escuchando desde que el mundo es mundo...
Lo mismo que ya le contaron a mis hijos-padres, a sus hijos-padres y a los que siguen en la interminable lista de apogeo y caída que han soportado por siglos y otras cosas semejantes. Que el que quiere morir es por que quiere... Entre amigos o en suelo extranjero. Si Dios es eterno, ¿por qué no nosostros?
Por elección o por mal diseño. Con una batería extinguible en medio de otras conjeturas. Lanzados al mundo a perpetuar la raza... lo que pueda significar esto en lenguaje matemático. En los términos más elementales posibles. Palabras de Fuego. Agua. Tierra. Eter. Una droga sencilla y llevada a los colegios con los lápices que te roba de los bolsillos la dignidad de no poder negarte. Elevar Dioses como se cantan alabanzas. Siempre hacia adelante, pero no lo suficiente.
Alegra el entrecejo, muchacho. No por ser el fin de los tiempos, es el final de todo. Las cosas que se terminan son siempre mejores que las que empiezan. El futuro está escrito. En piedra. En cuero seco. En papel. En la piel resquebrajada de los que se sienten viejos, porque ya lo están. Pagados en su experiencia de estar muriendo. Mejor que mueran en silencio y sin armar la alharaca de tener más dias por detrás que por delante. Los años son eternos. Los minutos cosa de viento seco y algunas hierbas secas. De sol austero. De pan añejo. De amargo sudor corriendo por la mortaja de mi madre. Bajo Tierra. Bajo tierra. Debajo de la Tierra. Por sobre ella. En todas partes. Desde la viejecita sin dientes que vive de la beneficencia hasta los gatos que celebran la llegada de Agosto. De Augusto. Del general. De la negra comitiva que no tiene otro argumento que el fusil con el que establece diálogo directo...
Pero yo no hablo de esas cosas. A mi no me importan un par de idiotas que asesinaron a otros idiotas. No son mejores que esperar a que el sol se caiga a pedazos sobre toda esta celebración de animales follando por follar...

Y no me invitan...