viernes, 8 de mayo de 2009
Son las 02:36 de la madrugada en un Santiago que parece respirar bajo un velo de sonidos ensordecidos por el silencio que reina bajo la tierra que nos soporta cada dia. Escucho el disco Funeral de Arcade Fire y cada nota de este disco sublime se me atora en la garganta, como si esta noche toda la tristeza del mundo se hubiera acostado sobre mis hombros. Es natural que Atlas no sonría, pienso, mientras levanto mi cabeza para olvidar el verso de negro purpúreo que se me aloja en el cerebro, buscando alguna puerta rota que le permita escaparse y ponerme a odiar mundos que no conozco. Mis manos estan cada dia más arrugadas y mi frente mas caída. La ironía no se me escapa, pero no tengo ganas de reírme de una ironía que se hace fuerte a costa de mis costillas.
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